Heródoto – Historia: Una Cabeza que Interroga al Tiempo
Autor: Guillermo Villanueva
Año: 2023
Ubicación: Corredor Escultórico, Facultad de Historia
Al ingresar al Corredor Escultórico, me encontré con una pieza que, sinceramente, me dejó perplejo: una escultura que representa la cabeza de Heródoto, ese gran pionero de la historiografía. No es la primera vez que me topo con una obra de Guillermo Villanueva en este espacio; sin embargo, esta cabeza abstracta y oxidada se desmarca de inmediato por su desconcertante simplicidad y por la intensidad simbólica que parece emanar de su materialidad. Si bien en otras ocasiones he disfrutado de sus esculturas con una conexión casi inmediata —como me ocurrió con las figuras de Cervantes o Shakespeare—, aquí el vínculo tardó en formarse. Y quizá fue justo esa resistencia inicial lo que me impulsó a mirar con más detenimiento, a escarbar más allá de lo evidente.
Una cabeza sin cuerpo, una historia sin final
La escultura de Heródoto se presenta como una cabeza aislada, carente de cuerpo y sumida en una abstracción casi esquemática. En contraste con retratos escultóricos tradicionales, aquí no hay un intento de reproducción fiel ni un gesto heroico. Se trata de una cabeza piramidal, como bien señala la Maestra Zoraya Valdiviezo, "sin un punto de fuga claro, lo que la convierte en una figura omnipresente desde cualquier ángulo. La elección de Villanueva de trabajar con chatarra oxidada no es accidental: el metal envejecido le confiere a la pieza un aura de antigüedad, de historia olvidada o fragmentada." (Lic. Zoraya Xochitl Valdiviezo Cardoza, Entrevista personal, 2 de abril del 2025).
Y es precisamente allí donde comienza mi reflexión. ¿Por qué solo la cabeza? ¿Por qué representar a quien estructuró el arte de narrar la historia como una figura incompleta? Tal vez la respuesta no esté en lo que falta, sino en lo que se intenta destacar. La cabeza como símbolo de pensamiento, de memoria, de análisis. Heródoto, al fin y al cabo, no fue un guerrero ni un estadista, sino un pensador, un tejedor de relatos. Su grandeza no residía en la acción, sino en la interpretación.
La Oxidación como Metáfora del Tiempo
La superficie oxidada de la escultura añade una capa de lectura que me resulta particularmente fascinante. En el metal corroído veo la historia misma: alterada por el paso del tiempo, vulnerada por el olvido, reinterpretada una y otra vez. Lo que alguna vez fue un testimonio vívido, con el tiempo se transforma en eco, en ruina, en sombra. La historia, como el hierro, también se oxida. Y quizás sea esa corrosión lo que le da su auténtica textura, su verdad cambiante. Villanueva no representa aquí una estatua que exalta, sino una que interroga. ¿Qué recordamos de Heródoto? ¿Qué queda de sus relatos? ¿Qué tan fieles son las narraciones que sobrevivieron al paso de los siglos?
Fragmentación e Interpretación: Un Homenaje Complejo
Para muchos, el retrato fragmentado podría parecer insuficiente, incluso irrespetuoso. Pero a mí me resulta provocadoramente honesto. Representar a Heródoto de manera fragmentaria es también una forma de señalar que la historia que conocemos está hecha de pedazos: de relatos parciales, de puntos de vista sesgados, de documentos desgastados. No es una línea recta, sino un conjunto de trazos que apenas logran configurar un contorno. En ese sentido, esta cabeza de metal oxidado no es un monumento cerrado ni una glorificación sin fisuras: es una invitación a pensar, a buscar lo que falta, a cuestionar lo que se nos da por cierto.
Una Escultura que Habla del Pensamiento
Mientras más la contemplo, más me convenzo de que Villanueva ha creado aquí un verdadero retrato mental. No hay atributos externos, no hay símbolos explícitos. Solo una cabeza, una mente suspendida en el espacio universitario, cargada de silencios y sugerencias. No me sorprende que se encuentre en la Facultad de Historia: es un gesto elocuente, una provocación constante a quienes pasamos por ahí. ¿Qué es la historia sino una serie de interpretaciones, de relecturas, de olvidos y descubrimientos?
Conclusión: La Historia como Escultura Incompleta
Esta escultura me desafió desde el primer instante, pero no porque no tuviera nada que decir, sino porque se rehúsa a decirlo todo. Me hizo pensar, y eso —para un aficionado del arte— ya es una victoria. Tal vez nunca lleguemos a comprender del todo lo que Villanueva quiso decir con esta cabeza de Heródoto, pero esa ambigüedad también es una forma de verdad. Una que se oxida, se fragmenta y, aun así, sigue allí, esperando a ser leída.