William Shakespeare: El legado inmortal del lenguaje forjado en metal

Autor: Guillermo Villanueva
Año: 2023
Ubicación: Corredor Escultórico, Universidad Autónoma de Chihuahua
Altura:48 cm
Longitud: 32 cm
Profundidad: 34 cm

En el trayecto sereno del Corredor Escultórico, donde la universidad se abre al arte como quien abre un libro al pensamiento, se alza una figura metálica que no busca imitar, sino evocar. Se trata de William Shakespeare, escultura creada en 2023 por el artista Guillermo Villanueva, cuya técnica con materiales de chatarra transforma lo descartado en símbolo y lo residual en permanencia. Esta obra no es solo un homenaje a uno de los más grandes dramaturgos de la historia: es un ensayo visual sobre el poder del lenguaje, la perdurabilidad de las ideas y la estética del tiempo.

Shakespeare —el artífice de Hamlet, Macbeth, Otelo y Romeo y Julieta— no solo redefinió el teatro y la poesía, sino que esculpió con palabras una forma de entender la condición humana. Su dominio del inglés no se limitó a la métrica ni a la metáfora: fue un arquitecto del idioma, creador de giros, palabras y expresiones que aún habitan nuestras conversaciones. Esa maestría verbal encuentra su eco en esta escultura de metal: una forma que no representa, sino que sugiere; que no copia, sino que reinterpreta.

La obra, como señaló la maestra Zoraya Valdiviezo, de la Facultad de Artes, "Es un equivalente a un retrato , pero no en términos figurativos. Aquí, el retrato se convierte en un gesto, en una estructura simbólica. Su composición piramidal garantiza un equilibrio visual desde cualquier perspectiva, lo que la convierte en una pieza de lectura inagotable. Esta estabilidad formal se corresponde con la solidez del legado shakespeariano: una figura que, siglo tras siglo, permanece en el centro del canon literario por su lucidez emocional, su ambigüedad filosófica y su inagotable humanidad." (Lic. Zoraya Xochitl Valdiviezo Cardoza, Entrevista personal, 2 de abril del 2025)

Villanueva trabaja con chatarra como quien compone con ruinas. El metal, ya oxidado por la exposición al sol y a la humedad, no es mero soporte, sino lenguaje. La oxidación —esa pátina rojiza y viva— forma parte del discurso: no es deterioro, sino huella, en palabras de la maestra Zoraya valdiviezo, "Esta estética olvidada convierte la corrosión en memoria, como si el propio Shakespeare, desde las brumas de la historia, emergiera para hablarnos nuevamente. La obra no pretende brillar con modernidad, sino resonar con profundidad. Es un arte del tiempo, un arte del eco." (Lic. Zoraya Xochitl Valdiviezo Cardoza, Entrevista personal, 2 de abril del 2025)

Iluminada únicamente por la luz natural, la escultura se transforma a lo largo del día. A la luz del mediodía se vuelve intensa, cortante, casi teatral. Al atardecer, se oscurece, se matiza, se vuelve introspectiva. Así como las obras de Shakespeare transitan de la comedia a la tragedia, de la palabra al silencio, esta figura metálica parece actuar sobre el escenario de la intemperie, ofreciendo a cada espectador una experiencia distinta, una emoción distinta.

Lo abstracto de la forma permite múltiples interpretaciones: no hay un solo Shakespeare en la escultura, como no hay una sola lectura posible de su obra. Hay tensión, hay fragmento, hay sugestión. No encontramos aquí una imagen reconocible del autor, pero sí una presencia indiscutible. El metal convoca su sombra, su voz, su lenguaje. Y esa presencia no se disuelve, sino que interpela.

Ubicada en el corazón de un campus comprometido con la cultura y el pensamiento crítico, la escultura de William Shakespeare no es un ornamento, sino un nodo simbólico: una intersección entre las artes visuales y la tradición humanística. Para quienes estudian Lengua Inglesa, es un recordatorio constante de la vitalidad del lenguaje, de su poder de transformación y de su capacidad para reinventarse a través del tiempo.

Villanueva ha creado algo más que una escultura: ha dado forma a una constelación de ideas. Ha fijado, en hierro y óxido, un gesto de reverencia y de desafío. Porque si Shakespeare nos enseñó que las palabras son actos, que el teatro es un espejo del alma, entonces esta obra nos invita a ver, en su silencio metálico, una escena eterna: la del lenguaje alzándose sobre las ruinas, reinventando el mundo.